Si pudiera abrazar el pueblo palestino para protegerlo con mis brazos, lo haría, lo haría sin meditarlo, lo haría con angustia, lo haría llorando con enojo, lo haría desafiando la impotencia de los pueblos del mundo gobernados por títeres del amo imperial, pero más aún, lo haría desafiando la crueldad y el poder militar de Israel.
Mi cuerpo se convertiría en un templo sagrado, en una mezquita de oración y clamor y mis ojos impregnados de lágrimas, enjugarían los cuerpos llenos de dolor.
Si pudiera abrazar el pueblo palestino para protegerlo de las bombas racimos que caensobre sus barriadas, sobre su inocencia, sobre sus escuelas, lo haría con clamor, y pediría a Jesús de Nazaret, hijo de palestina que baje y nos de su bendición.
Esperanza
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